Cuidar la vida para crecer como sociedad

El 25 de marzo se conmemoró el día del niño por nacer, invitándonos a visibilizar la vulnerabilidad del niño pero también de la mujer, del varón y la sociedad toda.

Una sociedad que no puede acompañar la vulnerabilidad en todos los estadios de la vida, es una sociedad condenada al sufrimiento, al dolor y a la violencia. Porque la vulnerabilidad, el dolor y el enojo se traducen en violencia, porque quien sufre no ve reconocidas y satisfechas sus necesidades más humanas: el respeto y el amor.
La persona vulnerable es aquella que por alguna circunstancia, personal, familiar o social, no puede valerse por sí misma. No reconoce sexo, clase social o trabajos. El niño por nacer, los niños y jóvenes abandonados, quienes no tienen cubiertas sus necesidades básicas, la mujer sometida a la violencia, el varón que no encuentra un trabajo digno. O bien, el enfermo y el anciano que se sienten solos y abandonados, son ejemplos de vulnerabilidad en una sociedad que no es capaz de mirar al otro como una persona digna en sí misma.

Nuestra vida es frágil y vulnerable. La incapacidad de reconocer la posible vulnerabilidad propia, lleva pensar que eliminar la vida de algunos es la solución al sufrimiento o a los problemas que pueda traer esa vida. El valor de la vida deja de ser una verdad objetiva. Fundamentada así, en la dignidad de ser persona y pasa a ser relativo y medido en función de características personales o circunstanciales.

Cuando la sociedad no cuida la vida en todas sus situaciones, el respeto por la vida se ve debilitado en todas sus etapas, quedando la dignidad de la persona. Condicionada así, a la conveniencia de otros, a la capacidad de desarrollar ciertas tareas y a la autonomía del sujeto. Priman los intereses individuales sobre los familiares o sociales.

Cuando la maternidad/paternidad y la familia se ven socavados por la búsqueda del placer sexual sin consecuencias, que puedan troncar metas u objetivos personales. Allí, se pierde la noción de responsabilidad en los vínculos familiares y el compromiso por la vida del otro queda minimizado detrás del propio deseo y proyecto de vida.

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Bajo estos argumentos se promueve una valoración utilitaria de la vida del otro. Cada persona vale si sirve para…. Allí, en donde la vida deja de ser un don que debe protegerse y cuidarse. Y la persona en condición de vulnerabilidad tiene que ser escondida, tapada y eliminada para que no moleste, que no interrumpa mi felicidad y me interpele.

Pensar que algunas vidas valen más que otras pasa a ser moneda corriente en el imaginario social, provocando una alta desensibilización ante la violencia y ampliando la indiferencia hacia los que sufren. Mujeres y hombres que violentan la vida del no nacido sufren consecuencias psicológicas serias como depresión, ansiedad y estrés postraumático, lo que provoca más violencia hacia los vínculos cotidianos, porque hablar de lo que pasó sigue siendo tabú.

Para el desarrollo económico y social de los países, el aborto tiene serias consecuencias demográficas y económicas. Ya que con el aborto y la baja natalidad, disminuye la población en edad de trabajar. Produciendo así, un envejecimiento acelerado que puede provocar crisis económicas y falta de trabajadores.

Una sociedad que protege la vida desde la concepción, es una sociedad que se protege a sí misma. Valorar la vida es valorar a cada persona en una sociedad que se respeta y quiere lograr el desarrollo pleno de todos sus ciudadanos.

Derechos de autor: MG. Luciana Inés Mazzei

Orientadora Familiar

lucianainesmazzei.of @gmail.com

Mienbro de: la Asociacion de Orientadores Familiares: IG:orientadoresfamiliares

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