La relación más duradera de nuestra vida es con nosotras mismas. Desde que nacemos hasta el último día, somos nuestra única compañía asegurada. Sin embargo, no siempre le damos a este vínculo la importancia que merece.
Durante mucho tiempo hemos creído que priorizarnos es sinónimo de egoísmo. La cultura y los mandatos familiares reforzaron la idea de que primero están los demás: hijos, pareja, familia. Y aunque amar y dar es esencial, si no estamos bien con nosotras mismas, difícilmente podamos sostener relaciones sanas y plenas con los demás.
La clave está en revisar nuestro diálogo interno. ¿Somos nuestra mejor amiga o nuestra peor crítica? La autocrítica es necesaria solo cuando implica asumir responsabilidades y aprender de los errores. Pero cuando se convierte en un discurso constante que nos degrada —“soy tonta”, “no hago nada bien”—, erosiona nuestra autoestima y nos desconecta de nuestro verdadero valor.
Trabajar en la relación con una misma significa cultivar autoimagen, autoconcepto, autovaloración, autoaceptación y autoconfianza. Es un entrenamiento diario para reconocer nuestras virtudes, aceptar nuestros cambios a lo largo de la vida y sostenernos en momentos difíciles.
En mi propia experiencia, incluso habiendo tenido una carrera exitosa en el mundo corporativo, me descubrí vulnerable en el terreno de los vínculos de pareja. Compré el relato del amor romántico como salvación, y durante años perseguí el proyecto de “formar una familia” sin detenerme a escucharme profundamente. Esto me llevó a entrar y salir de relaciones que no eran para mí. Finalmente toqué fondo y descarté por completo la posibilidad de lograr “ese proyecto de vida soñado” … con una profunda sensación de vacío que desembocó en una depresión a mis 38 años.
Ese quiebre fue también un despertar: entendí que no podía seguir buscando afuera lo que debía construir dentro. Hoy acompaño a mujeres en el camino de reconocer su propio valor, de aprender a poner límites sanos y de soltar la creencia de que cuidarse es ser egoísta.
Y como mi mamá siempre me había dicho: “cuando te encuentres con vos misma, nunca más te vas a sentir sola”. Por mucho tiempo no había logrado entenderla, hasta que sucedió.
Cuando nos validamos, cuando nos tratamos con amor y respeto, podemos elegir vínculos desde la plenitud y no desde la carencia. Esa es la verdadera prevención: estar tan conectadas con nosotras que podamos detectar desde el inicio las señales de un vínculo poco sano y decir “por acá no”.
Fue un proceso, no fue de la noche a la mañana. Y lo hice sola, por eso hoy, como mentora en amor y vínculos conscientes, me ocupo de ayudar a mujeres que necesitan “encontrarse” para facilitarles y allanarles el camino. Porque como finalmente comprendí, cuando una mujer se encuentra a sí misma, descubre que nunca más volverá a estar sola.
Por: Loreley Kloster
Coach Ontológico
Experta en Diseño Humano y Astrología
