¿Quién no utilizo últimamente la palabra “estrés” para describir como se sentía?
Me animo a decir que muchas y muy seguido. El problema de que algo ocurra seguido es que nos habituamos y tendemos a naturalizarlo, aunque no esté bien.
El estrés crónico no es chiste. Es un estado de desequilibrio físico, emocional y psicológico que se produce cuando percibimos que las demandas superan nuestros recursos de afrontamiento.
¿Qué cosas nos pueden estresar? Muchas, incluso la crianza.
El Burnout parental es el síndrome que describe el desgaste que experimentamos padres y fundamentalmente madres, al estar expuestas a altos niveles de estrés en la crianza. Que se caracteriza por:
- Agotamiento excesivo tanto físico como cognitivo, con una fuerte sensación de “no poder más”.
- Distanciamiento emocional resultado de funcionar en piloto automático al resolver las tareas diarias.
- Perdida de placer en la crianza, cuando antes la había, acompañado de agobio.
- Marcado contraste entre la madre/padre que quisiera ser y el que termino siendo, acompañado de sentimientos de culpa y vergüenza por mi comportamiento.
La convivencia 24 x 7, el aislamiento, la pérdida de recursos protectores como la escuela, el club, los grupos de amiguitos y los familiares que colaboran con el cuidado de los niños potenciaron los desafíos de la crianza que quedaron únicamente centrados en la pareja (en el mejor de los casos, y con viento a favor, sin contar cuando todo esto recae en una sola persona), aumentando la demanda y exigencia del/os cuidadores.
Esta sobrecarga tiene múltiples consecuencias:
- En el cuidador: trastornos del sueño, tendencia a adoptar conductas evitativas o ideas de fugas (como el deseo de acostarse y no levantarse más o desaparecer por ratos), miedo a no ser suficientemente bueno, vergüenza, culpa, angustia. Dificultad para regularse emocionalmente.
- En la pareja: aumentan los conflictos, discusiones, peleas y distanciamiento emocional.
- En los niños: comienzan a ser receptores de destrato o malos tratos, incluso de violencia verbal y física.
Si estas experimentando algo de todo esto es importante hacer un alto, sin juzgar, poner un manto de piedad a tu humanidad, lo último que necesitas en este momento es juzgarte y tratarte con desprecio. Aceptar que haces lo mejor que podes y que probablemente todo sea demasiado. Y revaluar como seguir sin quemarte en el proceso.
Algunas sugerencias que puedan servir:
- Bajar exigencias. Priorizar. Entender que un momento excepcional probablemente necesite medidas excepcionales.
- Afianzar la co-parentalidad, esto es compartir el protagonismo, compromiso y apoyo en la crianza.
- Diferenciar las reglas innegociables de aquellas que se pueden flexibilizar.
- Identificar las propias limitaciones y aceptarlas.
- Tomarse un time out cuando identificas que la situación te vas superar.
- Atender las propias necesidades.
- Practicar Mindfulness.
- Y sobre todo confiar en tus propios recursos, nadie mejor que vos sabe que es lo mejor para vos y tus hijos!
Y si nada funciona, pedí ayuda profesional.
Lic. Valeria Ormaechea
Psicologa
@puntodecalma

