Criar derribando mitos y escuchando a la intuición

Desde que comienza el periodo de gestación, las mujeres nos enfrentamos con diversas opiniones de todos quienes nos rodean.

Generalmente las mismas no son más que intentos de ayudar a transitar el proceso del inicio de la maternidad de la mejor forma posible basándonos en experiencias previas de nuestros seres queridos.

Hay que entender que estas son creencias, y que fueron vivencias personales para quien las transitó.

La maternidad es un hecho personal, individual.

Está atravesada con la historia de una misma, con el tipo de crianza, de familia, por las condiciones sociales, afectivas y económicas que nos atravesaron desde que nosotras estuvimos ahí, desde que nos creamos.

Y formamos en el vientre de nuestra madre que tiene, creo yo, la historia en la sangre de nuestros antepasados.

Comenzar a gestar, comenzar a imaginarnos como futuras madres es un proceso puramente emocional y afectivo que cada mujer debería transitar mediante una tremenda introspección.

Y desde ahí, desde esa conexión comenzar a deshilachar de a una las creencias que están arraigadas en el discurso popular o en nuestro clan familiar.

Hablar aquí de cada mito sería muy extenso.

Esta nota tiene como propósito replantear esta necesidad de indagar dentro de nosotras con cuales acordamos y con cuales no.

Pero es fundamental hacer esta revisión porque se ha comprobado que muchas creencias no hacen más que entorpecer el desarrollo natural de la diada.

La madre quiere estar con su bebé después de nacer casi en forma exclusiva .

El bebé necesita estar con su mamá, cuerpo a cuerpo en forma exclusiva.

Desde ahí todo lo que se diga en detrimento de esta necesidad de ambos debería ser revisado por los mapadres.

Como también por todos los que vamos a acompañar los procesos maternales.

Está tan desvalorizado el afecto, las necesidades del niño que uno se ha cuestionado por años si la teta es buena, si el bebé tiene que dormir solo en una cuna, que si nos necesita nos toma el tiempo o se malcría.

Recuerdo yo que cuando tenía a mis hijos bebés (tengo tres soles) lo único que quería era estar con ellos, dormirlos a upa y que se queden conmigo si se dormían sobre todo si estábamos en casa ajena y tenía que inventar miles de excusas para que se acepte esto.

Y muchas veces cedí. Pero lo que quiero destacar es ese desarraigo que sentía al irme…

Pero la pucha si me iba (porque me hacía bien irme un poquito) contaba los minutos para volver o no disfrutaba el estar un poco lejos.

¡Me tendría que a ver quedado! Me tendría que haber escuchado, tendría que haber leído y juntado con otras madres que estuvieran pasando por los mismo. Tendría que haberme escuchado más.

Esta es la clave… Escuchá a tu corazón que en la maternidad él también tiene las respuestas.

María Laura Alonso

@contactobylala

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