¿De qué hablamos cuando nos referimos a la higiene en un encuentro sexual? Para empezar, la higiene es el conjunto de prácticas que llevamos a cabo los individuos con el fin de proteger nuestra salud tanto física, como psicológica y espiritual.
En cuanto a lo físico, el aseo corporal tiene un papel importante al momento del encuentro, no solo me refiero al lavado de los genitales, sino que también a las manos dientes, etc. Su ausencia puede ser causante del contagio de varias enfermedades evitables. Por eso es indispensable, además prestar atención a la limpieza del ambiente y los objetos que se utilizan durante la interacción.
Pero esa no es la única higiene de la que tenemos que ocuparnos. También debemos ocuparnos de la higiene emocional. Esta hace referencia al respeto, el consentimiento y una comunicación clara y asertiva entre quienes estén involucrados en la situación.
¿Cómo cuidamos la higiene emocional?
Respetando a la otra persona como a nosotros mismos, cuidando las palabras usadas, los gestos y formas en que nos dirigimos. Debemos, además, no hacer ni permitir que nos hagan aquello que consideramos fuera de lugar.
Cuando nos referimos al consentimiento, es vital que respetemos cuando alguien dice no. Expresiones como “dale que te gusta o qué te cuesta entre otras” no las debemos permitir.
Me detengo ahora en lo que es una comunicación clara y asertiva: enfatizo que es fundamental expresar aquello que nos molesta sin agredir al otro, pero dejando en claro cuáles son nuestros límites para un encuentro donde conocernos y para que disfrutar sea la consigna.
Por último, pero no por eso menos importante, hago hincapié en la higiene espiritual. Este aspecto la mayoría de las veces queda sepultada bajo los escombros de la ignorancia. Se pone el foco en lo físico y lo emocional perdiendo de vista que la sexualidad no solo se trata de un acto corporal y emocional, sino que además se produce un intercambio de energías, intenciones y estados internos.
Para ilustrarlo, podemos plantearlo así: Si alguno de los integrantes trae consigo miedo, enojo, resentimientos, etc., puede transmitírselos a la otra persona y afectarla negativamente. Pero, cuando vamos al encuentro con nuestro espíritu sosegado, nos brindamos la posibilidad de forjar un vínculo auténtico y sano. Al prestar atención a este aspecto contribuimos a quedar libres de cargas nocivas que no nos pertenecen. Tampoco debemos dejar fuera de esta cuestión el orden, ya que si nuestro interior está ordenado seremos capaces de respondernos: ¿Quiero estar con esa persona por amor, deseo, o solo quiero evadirme de la realidad?
Para finalizar:
Recordemos que la comunicación y el feedback que surge de la interacción sientan las bases para los encuentros venideros.
La higiene es nuestro ángel guardián porque encargarnos de ella nos ahorra futuros dolores de cabeza.
Descuidar la higiene corporal antes de un encuentro íntimo ocasiona malestar a los sentidos.
La higiene contribuye a la confianza, la relajación y el disfrute del momento.
La higiene espiritual nos permite relacionarnos partiendo del respeto, la paz y el amor.
Reflexionar sobre los motivos para estar con determinada persona previene confusiones y daños a futuro.
La higiene integral (corporal, emocional y espiritual) es una buena forma de cuidado propio y de los demás.
Alejandra González
Psicóloga, sexóloga

