En una de mis recorridas por las librerías encontré un libro que recomiendo y que se llama “El fin del auto odio” de Virginia Gawel y que pone el foco en nuestro lenguaje. Hoy: Y si… ¿En lugar de estimarme me amo?.
Si buscamos en el diccionario RAE la palabra “estima” vemos que su significado es consideración y aprecio que se hace de alguien o algo por su calidad y sus circunstancias.
En cambio, si buscamos la palabra “amor”, algunas de sus tantas definiciones son:
1. sentimiento intenso del ser humano que, partiendo de su propia insuficiencia, necesita y busca el encuentro y unión con otro ser.
2. Sentimiento hacia otra persona que naturalmente nos atrae y que, procurando reciprocidad en el deseo de unión, nos completa, alegra. Y también da energía para convivir, comunicarnos y crear.
3. Sentimiento de afecto, inclinación y entrega a alguien o algo.
De leer ambas definiciones, lo primero que me surge resaltar es que cuando hablamos de amor, se trata de un sentimiento intenso del ser humano. El cual, involucra entrega a alguien o algo, pero cuando hablamos de estima hablamos de consideración que por definición está relacionado con observar, creer y valorar. De hecho, en nuestros usos y costumbres cuando hablamos de estimar a alguien, marcamos una distancia y lo asociamos con un vínculo entre personas que poco se conocen o cuya relación no involucra sentimientos profundos como el querer o amar.
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¿Por qué traigo estas dos definiciones para compararlas?
En el libro que les mencioné, la autora reflexiona acerca de que la “tibia” palabra autoestima es una de las pocas palabras amables que tiene nuestro idioma para hablar de la relación con nosotros mismos. Y nos invita a preguntarnos: ¿qué emociones nos produciría que la persona de quien estamos enamorados/as, nuestros padres o nuestros amigos nos dijeran “te estimo mucho”? (GAWEL, 2021)
Tener más autoestima, reconocer la baja autoestima son temas habituales en la consulta y también encontrarle explicación a su origen.
Más allá de cada situación en particular, hay que resaltar que sólo podemos hablar de las cosas que tienen nombre. Y desde el lenguaje y la impronta cultural no está bien visto que tengamos sentimientos intensos hacia nosotros mismos, que nos den alegría, nos hagan sentir completos y alegres, independientemente de las relaciones que tengamos con los demás. En los últimos tiempos pareciera ser que nos podemos “valorar” un poquito más reforzando la autoestima.
Amarnos a nosotros mismos, no es ser egoísta, es reconocer que, si no podemos aceptar nuestras luces y sombras, tampoco podemos hacerlo con los demás. Porque aquellas cosas que no aceptamos en nosotros mismos son las mismas que rechazamos en los demás. O bien, que hacemos el esfuerzo de tolerar para hacer sentir bien a nuestro ego, pero siempre pagando un costo en la salud de las relaciones.
Y una vez más, partiendo de las definiciones que no son tan inocentes como parecen porque tienen implícitos acuerdos culturales, hago la aclaración de que amarnos a nosotros mismos no es equivalente a “amor propio”. Porque este último se define como “El que alguien se profesa a sí mismo, y especialmente a su prestigio”. Siendo esta última apreciación una invitación a amar desde el ego aquello que los demás ven y que nos genera reconocimiento y reputación, dejando de lado nuestras sombras.
Mg. Liliana Ronchi
Magister en Coaching y Cambio Organizacional
Coach Esencial y por Valores