La culpa de las madres

Sentimiento arrasador, si los hay. Nos preguntamos cómo es posible que invada cada una de las decisiones que las mujeres tomamos una vez q somos madres, como es posible que nos transforme nuestros valores y hasta creamos que no está bien tomarse cinco minutos para no hacer nada o para hacer algo que nos haga bien. Es como si nublara la visión de las cosas, hasta el punto de no poder discernir lo bueno de lo malo.  

Sabemos que hay que cuidar a las madres, hay que cuidar su salud mental en el puerperio, eso lo pensamos casi todos, lo difícil es saber que hacer para que la culpa no se transforme en un caballo de troya que se nos meta por todos lados, de la mano de   esos estándares perfeccionistas de la maternidad soñada. 

Maternamos sin políticas públicas que nos sostengan, en donde iniciar una carrera laboral y criar es casi un sueño. Amamantamos sin lactarios en las empresas ni cambiadores en los baños de varones. También insisten las marcas y la sociedad en armarnos, por un lado, el castillo de la mujer madre, impoluta, multitasking, él bebe rosado, calmo, que no demanda, pero nosotras estamos del otro lado en el limbo de la maternidad real, esa que muchas veces agobia porque falta apoyo, falta red que contenga y cuide.  

Como si todo esto fuera poco, también nos sucede que la familia a veces repite pilares de la crianza de antes y nos traen frases al estilo de:  tu leche no lo llena, tus brazos no lo crían bien, tu cara está mal, tu cuerpo quedo mal, tu marido se va a ir. ¿Y aquí, qué hacemos con la culpa?, la culpa no es de las madres, pero parece que debería de ser. 

Frente a todo esto y habiendo sentido que la culpa nos habitó y nos habita seguimos en el camino de acompañar a gestar diversas maternidades y nos encontramos con el punto de no saber cómo hacer para transmitir la maternidad, así como es, cruda, animal, fuerte, con olor a leche, sin asustar a las futuras madres, para eso encontramos en las palabras diferentes colores para escribir y hablar sin doble discurso, sin hipocresías, porque no queremos dejar abierta la puerta al caballo de Troya, deseamos no dejar entrar esa culpa que adviene al no poder cumplir las expectativas irreales, peligrosas que antes nombramos. 

¿Entonces nos preguntamos qué nos queda?  y ahí nos encontramos, porque nos quedan las madres, nos queda este espacio, nos queda la tribu y quedamos nosotras para ustedes.  

Maria Laura Barrera / Rocío Maidana Ávila

Doulas – Preparadoras Prenatal -Asesoras en Lactancia Materna

rmaidana.92@gmail.com   / mlaurabarreramb@gmail.com

@gestando.maternidades

www.gestandomaternidades.com

Fuente Imagen: El Confidencial

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