Tradicionalmente se entiende como fracaso escolar cuando un alumno no llega a cumplir con los estándares académicos propuestos para su edad.
Pero es importante comprender que hoy la educación se intenta alejar cada vez mas de estándares uniformadores que lo único que generan es presión y desmotivación en los niños. Hoy: ¿Existe el fracaso escolar?.
Hay una idea cada vez más fuerte de que cada niño aprende a su ritmo. Y que para ello utiliza diferentes métodos y herramientas que tenemos en distintas partes de nuestro cerebro, que en cada persona se desarrollan a su vez de manera diferente.
Frente a esta concepción personalizada del aprendizaje podemos afirmar entonces que no podemos hablar de fracaso escolar. Porque los niños no fracasan, simplemente aprenden a ritmos diferentes y de manera diferente. Pero tarde o temprano todos aprenderán lo que necesitan saber para desarrollarse en su vida.
Si bien en teoría suena muy lindo, lo cierto es que en la realidad esta nueva forma de concebir la educación es bastante compleja de implementar dentro de la curricula actual. Y más con la formación que tienen nuestros docentes hoy.
Por eso, una vez más, somos los padres los que tenemos que reforzar y trabajar esta idea desde casa. ¿Y cómo podemos contribuir?
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Aquí les dejamos algunos consejos:
- No hacer tanto foco en las notas y los resultados. Valorar más las actitudes y las intenciones.
- Tampoco hacer foco en contenidos aprendidos de memoria. Sino que es importante que los niños desarrollen otras capacidades como la creatividad, la resolución de problemas, la autonomía, etc, que les servirán para toda la vida.
- Ayudar a nuestros hijos a encontrar sus fortalezas y sus propias herramientas para aprender y estudiar.
- No enojarse ni castigar a los niños si traen una mala nota. Reflexionar con ellos por qué puede haber pasado, y qué puede hacer para mejorar.
- No hacer la tarea por ellos. Dejarlos que la hagan solos, incluso aunque se equivoquen.
- Trabajar en casa ciertos aspectos como la creatividad o la autonomía a través de juegos o ejercicios acordes a cada edad.
- Repetirles las veces que sea necesario que no hay alumnos buenos o malos. Y que todos somos diferentes, nos interesan distintas cosas y aprendemos de forma diferente y con tiempos diferentes.
Todavía queda un largo camino por recorrer en este sentido. Pero sabemos que vamos en la dirección correcta. Estos cambios llevan tiempo y mucho trabajo, pero lo importante es que cada padre pueda aportar su granito de arena para que sus hijos puedan desplegar sus potencialidades sin sentir presiones innecesarias ni se desmotiven en el camino.
Clr. Barbara Korolev

Consultora Psicológica
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